• 19 de November de 2025
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Un poema que vendió una finca: La Magia de Olavo Bilac

El dueño de una finca amigo del gran poeta Olavo Bilac lo encontró cierto día en la calle y le dijo:

- Estoy necesitando vender mi propiedad, esa que usted también conoce.

Olavo Bilac lo miró con atención y respondió:

¿De verdad? Esa finca tiene un encanto especial, recuerdo las tardes que pasamos allí, entre los árboles y el canto de los pájaros. ¿Por qué desea venderla?

El hombre suspiró y explicó:

- Por desgracia, la economía no está fácil y mantener la finca se ha vuelto costoso. Además, quiero invertir en otros proyectos que me permitan asegurar el futuro de mi familia.

Bilac asintió comprensivo, pero luego añadió con una sonrisa:

-Si me permite, podría ayudarlo a encontrar un comprador. Conozco a varias personas que valoran la belleza y la historia de ese lugar.

El dueño de la finca se mostró agradecido y juntos comenzaron a planear cómo presentar la propiedad, no solo como un terreno, sino como un pedazo de memoria y poesía, un refugio para el alma.

Olavo Bilac escribió este poema dedicado a la finca: 

“Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas. Rodeada por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo, la casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la varanda.”

Cuando Olavo Bilac terminó de leer el poema, un profundo silencio invadió la estancia. El dueño de la finca se quedó pensativo, conmovido por la forma en que el poeta había logrado capturar la esencia de ese lugar tan especial. Miró por la ventana y vio el sol filtrándose entre las ramas, oyó el canto lejano de los pájaros, y sintió el aroma del pasto húmedo.

De repente, comprendió que la finca no era solo una propiedad, sino una parte fundamental de su historia y de la de su familia. Las palabras de Bilac habían despertado en él recuerdos, afectos y un amor renovado por aquel rincón del mundo.

Volviéndose hacia el poeta, le dijo con una emoción renovada:

- Olavo, después de escuchar tu poema, me he dado cuenta de que esta finca vale mucho más que cualquier inversión o beneficio material. Es mi hogar, mi refugio, y también puede seguir siendo fuente de inspiración para otros.

Bilac sonrió, satisfecho, y juntos salieron al jardín para contemplar, una vez más, la belleza de aquel lugar. El dueño decidió no vender la finca y, en su lugar, abrió sus puertas a amigos, artistas y vecinos, para que todos pudieran disfrutar y conservar aquel paraíso que las palabras del poeta habían iluminado para siempre.