• 21 de noviembre de 2024
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"Las emociones positivas protegen nuestro sistema inmunitario" por Jorge Bucay

Este mensaje que invita a reflexionar sobre el impacto del amor y las emociones sobre el cerebro y el estado de salud es el que Mario Alonso Puig ya se desgrana en su libro El Cociente agallas (Espasa), que nos propone ser valientes y cambiar nuestra vida.


–Para conocerse es importante ser conscientes de nuestras emociones. ¿existen estructuras cerebrales con un papel relevante sobre lo que sentimos?

–Sí. Por ejemplo, los hipocampos. Están situados a ambos lados de los hemisferios cerebrales y tienen varias misiones: controlar el miedo, generar confianza e intervenir en los procesos de aprendizaje. Un hipocampo sano y efectivo favorece que tengamos mucho menos miedo, que aprendamos más deprisa y que tengamos más ilusión.


–¿Hay otras estructura cerebrales a destacar a nivel emocional? 

–Por supuesto. La ínsula de Reil es lo que yo denomino "la isla donde habita la intuición" porque recibe la información de las vísceras y les envía a su vez órdenes e información. Se trata de corazonadas, o intuiciones viscerales que provienen de lo más profundo de nuestro ser. Quien tiene una ínsula que funciona bien, puede sentir lo que le pasa en su interior, entenderlo y gestionarlo todo mejor.


–¿Cómo influyen las diversas ondas cerebrales en la conciencia y las emociones?

–La actividad eléctrica del cerebro responde a varios ritmos de ondas que influyen en las emociones: el beta, relacionado con estar alerta; el alfa, que se identifica con los estados de serenidad y tranquilidad en los que hay una mayor actividad del sistema nervioso parasimpático que favorece la recuperación física y mental; el ritmo zeta, que es un ritmo más hipnótico; y el delta, presente en el sueño profundo. Hay otro ritmo nuevo, descubierto más tarde: el gamma, más rápido que el beta y asociado a una extraordinaria alerta pero con profunda calma.


–¿Y de dónde surge la inspiración para superarnos? 

–Curiosamente hay una zona del cerebro, en la región del lóbulo temporal, en la que se produce algo interesante justo antes de que una persona tenga un momento de inspiración o haga un inesperado descubrimiento. Y en las neuronas situadas a este nivel se produce una actividad de ondas gamma. Ese ritmo gamma es algo excepcional que se ha registrado también entre los monjes budistas cuando están en un estado de profunda meditación.


–¿Y lo podemos activar?

–Ese estado compagina una serenidad extraordinaria y una gran lucidez. Por esto no es raro tener ideas brillantes cuando estamos

dando un paseo o bajo la ducha. Vale la pena estar relajado, porque cuando uno menos se lo espera surgirán ideas o revelaciones para seguir adelante.


–¿Las emociones negativas también influyen en nuestra salud?

–Un estado de ánimo positivo no solo está asociado a la serenidad y la paz interior sino que además favorece la salud y prolonga la vida. Cuando una persona está anclada en el resentimiento, la ira o la angustia, el tipo de hormonas que libera en la sangre son completamente distintas de las de cuando está tranquila y alegre.


¿Se ha podido demostrar?

–Sí, los estudios ha probado que las emociones positivas ayudan a la activación del sistema inmunitario y también producen, entre otros beneficios, un aumento en la sangre de la hormona del crecimiento, la prolactina y la oxitocina, importantes para el mantenimiento de tejidos, el estímulo de la acción de los glóbulos blancos que nos defienden frente a las infecciones y la protección del sistema cardiovascular.


–Los pensamientos positivos son muy poderosos...

–Pero todavía hay más. Varios estudios también han demostrado que un único pensamiento negativo mantenido durante un minuto es capaz de poner en una situación delicada unas horas a nuestro sistema inmunitario. Y el distrés, esa sensación permanente de intranquilidad puede también producir cambios en el funcionamiento hormonal y cerebral.