• 19 de abril de 2024
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Los secretos de la filosofía para lograr la felicidad

Los antiguos griegos lo denominaban "eudaimonía", un término bastante escurridizo que incluye el concepto de suerte. En inglés se llama "happiness", palabra que procede del verbo "hap": tener suerte. En francés se refieren a ella como "bonheur", vocablo resultante de la unión de "bon" (bueno) y "heur" (suerte). En italiano, portugués y español se la conoce respectivamente como "felicità", "felicidade" y "felicidad", voces todas ellas procedentes del latín "felix", afortunado.
Pero aunque la suerte puede ayudar a conseguir la felicidad, no basta. La felicidad, como decía Bertrand Russell, es una conquista, hay que trabajársela. Es evidente que la felicidad es lo más demandado y lo más universal desde que existe la humanidad. Es decir: desde hace 400.000 años es lo más buscado, lo más ansiado. Los psicólogos evolucionistas aseguran que es precisamente esa búsqueda de felicidad lo que nos ha permitido sobrevivir como especie durante todo este tiempo, concediéndonos una ventaja adaptativa respecto al resto de seres vivos. La pregunta es: ¿cómo se consigue la felicidad?La filosofía, la disciplina que intenta explicar la realidad y el sentido del obrar humano, nunca se ha dedicado específicamente a tratar de determinar en qué consiste exactamente ser feliz, un concepto difícil e incluso impenetrable. Pero la filosofía sí que da por sentado que la búsqueda de la felicidad es el objetivo final del ser humano y sí que se ha ocupado de estudiar los medios para conseguirla.De ahí que Victoria Camps, filósofa, catedrática emérita de Filosofía en la Universitat Autònoma de Barcelona y desde octubre pasado miembro permanente del Consejo de Estado, analice ahora en un libro delicioso, En busca de la felicidad(editorial Arpa), las principales reflexiones y aportaciones de numerosos filósofos alrededor de ese concepto.
Al fin y al cabo la felicidad siempre ha estado vinculada a la ética, un concepto en el que Camps es experta y que fue establecido por los filósofos griegos, quienes consideraban que para conseguir la felicidad cada persona debía esmerarse en construir un "ethos", una manera de ser que le disponga y le ayude a vivir bien. "Y vincular la felicidad a la ética significa que aquella reside en el carácter o en la personalidad de cada uno, más que en un código o en un listado de normas que hay que acatar", sentencia Camps.
Aristóteles fue el primer filósofo que se concentró de manera más sistemática en analizar la felicidad. Estaba convencido de que obrar bien, llevar una vida virtuosa y ética, era condición imprescindible para ser feliz.

También fueron filósofos griegos los que postularon que la felicidad se conseguía viviendo una vida simple y acorde con la naturaleza. Así, cuando Alejandro Magno se topó con Diógenes de Sinope, un famoso filósofo de la escuela cínica que rechazaba los bienes materiales, y le vio desnudo y tumbado a orillas de un río, le propuso: "Pídeme cualquier cosa y te lo concederé ". A lo que Diógenes, sin inmutarse lo más mínimo, le contestó: "Lo único que quiero es que te apartes, me tapas el sol".

Los estoicos, los filósofos griegos que más han abundado en el tema de la felicidad. También ellos consideraban que había que vivir conforme a la naturaleza y que la felicidad se alcanzaba llevando "una vida digna de ser vivida". Y para ello, decían, había que tener claro lo que depende de uno, lo que no depende de uno y aceptar esto último sin más, "con indiferencia" por usar sus propias palabras. 

Los seguidores de esa escuela tenían muy claro que la vida no es un lecho de rosas, eran plenamente conscientes de la vulnerabilidad de los seres humanos, y defendían que no había que angustiarse por ejemplo ante la muerte, dado que la misma es inevitable. "Pero muchas veces es muy duro pedir al ser humano que sea insensible ante los infortunios, las desavenencias, la muerte, la enfermedad...", subraya Victoria Camps.