Mirar con los ojos del alma
 
                            No importa si sientes que no naciste con ese don, porque la amabilidad es como un músculo: se puede entrenar, practicar y fortalecer día a día.
Equivocarnos es parte natural de este proceso, y no debe detenernos. Cada error es una oportunidad para comenzar de nuevo con más conciencia y voluntad. Lo importante es entender que todos anhelamos interacciones positivas y afecto genuino; nunca es demasiado el amor que damos o recibimos, al igual que nunca es demasiada la salud que cultivamos.
Acércate a las personas con respeto y cariño genuino, preocúpate sinceramente por ellas. Nuestro sistema emocional está atento a las incoherencias entre palabras y acciones, por eso la autenticidad es clave. Ser genuino genera confianza y conecta corazones.
Recuerda, enfrentas a seres humanos con sus propios miedos y vergüenzas, no a seres superiores. Practica la amabilidad auténtica y verás cómo iluminas no solo a los demás, sino también tu propio camino hacia una vida más plena y sana.



